Me separe… y morí.
Tan culpable soy
como él, como Adán,
Morí al comenzar a
vivir,
Sin un sendero
prístino que seguir.
Yo estuve allí.
Mi anhelo estaba
en el soldado que fervorosamente
Traspasaba las
manos del Señor.
Mi indiferencia en
el guardia que lo golpeo.
Toda mi aprobación
en la blasfemia que contra Él se profirió.
Y como un rayo de
luz entre las montañas
Un amor se despertó
en mí
Era El, mi
salvador, muerto por mi participación
¿Cómo lo pude entender?
Alguien quito la venda… al parecer.
No tuve más que
ceder a su irresistible amor
Vi a Jesús cumplir
el acto de propiciación
Mis pecados no están
ya.
Con su muerte, su
sangre y resurrección, los quitó.
¡Libre para vivir
en la libertad del Señor,
Para abrazar la plenitud
Mediante la experiencia en la cruz¡
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