martes, 16 de abril de 2013
Un pensamiento,sobre la importancia de los ancianos.
"Ruego a los ancianos que están entre vosotros, (yo anciano también con ellos, y testigo de las aflicciones del Cristo, que soy también participante de la gloria que ha de ser revelada): Apacentad la manada de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia vergonzosa; sino con ánimo pronto; y no como teniendo señorío sobre las heredades del Señor, sino de tal manera que seáis ejemplos de la manada. Y cuando apareciere el gran Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria." 1 Pedro 5: 1-4
Esta porción de la Biblia hoy me encrespa los nervios, el tan solo pensar que los ancianos, personas de gran valor moral, honorables, fieles, temerosos de Dios, apartados del mal, buscadores de Dios, dueños de experiencias únicas y de gran valor para la juventud, ellos, estos personajes que casi siempre (por no decir siempre) los miramos con ojos de ternura y amor, lo cual no esta mal PERO es una visión muy pobre a lo que Dios a obrado con ellos, dentro de esa persona cuyas canas cuentan mil historias de experiencia adquirida, están partiendo a la Gloria Celestial, marchan a paso lento con una sonrisa dibujada en su cara llena de marcas de los años; Si prestas atención podrás ver en ellos una insatisfacción, algo podría no andar bien en su vida, ¿pero que? te diré que es, ese pendiente que ellos tienen es por nosotros los jóvenes, la supuesta generación que: danza, que grita, que baila o no se que mas diría En Espíritu y Verdad... En fin, ellos tienen preocupación porque a través de mas de 70 años han visto como se va corrompiendo la verdad de Dios, como pastores amadores de los bienes materiales han corrompido la verdad y sacan provecho, han visto como NOSOTROS vamos cantando y danzando eaeaeaea!! creyendo ir hacia el cielo estamos a punto de caer en el INFIERNO, engañados, olvidándonos de la pureza y la santidad, del Sacrificio substituto de Jesucristo, y poniendo la vista en: el liderazgo , la música, el poder, la unción, los bienes, manejar un buen carro, estar en la mejor escuela, esto vendría a ser un complemento y de una vida piadosa, pero mas aun si ponemos todo lo mencionado a lado de la MAJESTUOSA de cruz, donde podemos ver la SANGRE que hasta hoy sigue redimiendo y haciendo aceptable a muchas personas, TODO se esfuma y es valorado en nada... mira a el anciano de tu iglesia, como un guerrero que el tiempo a dañado, con las rodillas cansadas de orar, lastimado al postrase, míralo como lo que es, una AYUDA!!! para aquellos jóvenes que quieren (no algo nuevo, no buscar un nuevo mover) REGRESAR a la gloria y al poder del evangelio predicado hace 70 u 80 años!! no se trata de buscar algo nuevo, se trata de regresar a los principios y valores ya ANTES establecidos por el Eterno Dios.
Oh amigos jóvenes cuantos charlatanes nos han engañado y nos dan platicas de motivación y autoestima, BASURA!!!!! La experiencia de la Biblia la encontramos grabadas en las canas y arrugas de nuestros ancianos... valoremos, de verdad VALOREMOS a nuestros ancianos. La juventud va engañada a un precipicio de dolor y necesitamos volver a esos valores que los ancianos tienen si es que no queremos ir de mal en peor.
lunes, 8 de abril de 2013
Esto Creemos (Carl Trueman)
Esto Creemos
por Carl Trueman
por Carl Trueman
Muchos cristianos evangélicos desconfían instintivamente en la idea de los credos y confesiones, que no son nada más que formas de palabras bien establecidas, que algunas iglesias han utilizado a lo largo de los siglos para dar una expresión concisa a la fe cristiana. Para estas personas, la sola idea de una declaración extra-bíblica de la fe parece atacar el corazón mismo de su creencia de que la Biblia es la única revelación de Dios, la base toda-suficiente para nuestro conocimiento de Él, y la suprema autoridad en materia de religión.
Ciertamente, los credos y las confesiones pueden ser utilizados de una manera en que socaven la visión ortodoxa protestante de la escritura. Tanto la iglesia Católica Romana como la Ortodoxa Oriental ponen tanta autoridad en las declaraciones de la Iglesia institucional, que pareciera que esta autoridad con la que cuentan los credos se deriva de la aprobación de la iglesia, en lugar de la conformidad con la enseñanza de la Escritura. Los evangélicos tienen razón en querer evitar cualquier cosa que huela a tal actitud. Sin embargo, me gustaría argumentar que los credos y las confesiones deben de cumplir una función útil en la vida de la Iglesia y en la vida de los creyentes.
1.-En primer lugar, los cristianos que no tienen credo simplemente no existen. Declarar que uno tiene "ningún credo, sino solo la Biblia" es un credo, porque la Biblia en ninguna parte se expresa de esa manera. Se trata de una formulación extra-bíblica. En realidad, hay sólo dos tipos de cristianos: los que son honestos sobre el hecho de que tienen un credo y los que niegan que tienen un credo y sin embargo, no obstante, poseen uno. Pregunte a cualquier cristiano lo que él cree, y usted verá que no simplemente recitaran textos de la Biblia, sino que más bien, le ofrecerán un resumen de lo que ven como la enseñanza de la Biblia, enunciando palabras y estructurando oraciones que pueden ser, en un mayor o menor grado, extra-bíblicos. Todos los cristianos tienen creencias (palabras bien estructuradas) que intentan expresar, en renglones cortos, las grandes verdades de la enseñanza bíblica. Nadie debería ver los credos y confesiones como independientes de las Escrituras, ya que estos se formularon en el contexto de una elaborada exégesis bíblica y dependen de la única revelación de Dios, la Biblia.
2.-Ante este hecho, el segundo punto es que algunos cristianos tienen Credos que han sido probados y comprobados por la iglesia a través de los siglos, mientras que los otros tienen Credos que su pastor ha elaborado, o que ellos mismos crearon. Ahora bien, no hay razón necesaria para que este último deba ser inferior al primero, sino que, sobre la base de que no hay necesidad de reinventar la rueda, seguramente no hay ninguna virtud en darle la espalda a las estructuración de las palabras sanas que han hecho un buen trabajo durante cientos de años en la articulación de los aspectos de la fe cristiana y facilitar su transmisión a partir de un lugar a otro y de generación en generación. Si desea, por ejemplo, rechazar el Credo de Nicea (que por supuesto es libre de hacerlo) al menos debe tratar de sustituirlo por una fórmula que haga el trabajo igual de eficaz para muchas personas durante los próximos 1.500 años. Si no puede hacerlo, tal vez la modestia y gratitud, en lugar de iconoclasia, son las respuestas apropiadas al antiguo credo.
3.-En tercer lugar, los credos y las confesiones de la iglesia nos ofrecen puntos de continuidad con la Iglesia del pasado. Como señalé anteriormente, no hay necesidad de reinventar el cristianismo todos los domingos, y en una época como la nuestra, tan anti-histórica y solo orientada hacia el futuro ¿qué mejor movimiento contra-cultural podemos hacer como cristianos para que conscientemente nos identifiquemos con tantos hermanos y hermanas que nos han precedido? Por otra parte, mientras que los protestantes se enorgullecen (con justa razón) en el hecho de que, individualmente, cada creyente tiene el derecho de leer las Escrituras y tiene acceso directo a Dios en Cristo, deberíamos reconocer que el cristianismo es, ante todo, una religión corporativa. El medio que Dios ha usado para operar en la historia ha sido la iglesia, las contribuciones individuales de los cristianos han sido grandes, pero claro, todo palidece con la gran obra de Dios en y a través de la iglesia en su conjunto. Esto es bueno para la teología como para cualquier otra área. Las percepciones de los maestros y teólogos durante siglos han sido profundas, pero no se comparan con la sabiduría corporativa de los piadosos, cuando se reunieron en los grandes concilios y asambleas en la historia de la iglesia.
4.-Esto me lleva a mi cuarto punto: Los credos y las confesiones suelen centrarse en lo que es importante. Los primeros credos, como el de los Apóstoles y el Niceno, son muy breves y lidian con lo que es absolutamente esencial. Sin embargo, esto es cierto incluso de las declaraciones más elaboradas de la fe, como la Confesión Luterana de Augsburgo o la Confesión de Fe de Westminster. De hecho, si nos fijamos en los diferentes puntos doctrinales que estos documentos cubren, es difícil ver qué podríamos dejar fuera sin abandonar algo fundamental e importante. Lejos de ser exhaustivas declaraciones de fe, son resúmenes de lo esencial. Como tales, son particularmente útiles.
Los evangélicos deben amar a los grandes credos y confesiones por todas las razones antes mencionadas. Sin embargo, en última instancia los credos deberían seguirse sólo en la medida en que sean fieles al sentido que tiene la Escritura, sin duda es tonto e irritable que se rechazase una de las principales formas en que la Iglesia ha transmitido cuidadosamente su fe, de edad en edad.
Ciertamente, los credos y las confesiones pueden ser utilizados de una manera en que socaven la visión ortodoxa protestante de la escritura. Tanto la iglesia Católica Romana como la Ortodoxa Oriental ponen tanta autoridad en las declaraciones de la Iglesia institucional, que pareciera que esta autoridad con la que cuentan los credos se deriva de la aprobación de la iglesia, en lugar de la conformidad con la enseñanza de la Escritura. Los evangélicos tienen razón en querer evitar cualquier cosa que huela a tal actitud. Sin embargo, me gustaría argumentar que los credos y las confesiones deben de cumplir una función útil en la vida de la Iglesia y en la vida de los creyentes.
1.-En primer lugar, los cristianos que no tienen credo simplemente no existen. Declarar que uno tiene "ningún credo, sino solo la Biblia" es un credo, porque la Biblia en ninguna parte se expresa de esa manera. Se trata de una formulación extra-bíblica. En realidad, hay sólo dos tipos de cristianos: los que son honestos sobre el hecho de que tienen un credo y los que niegan que tienen un credo y sin embargo, no obstante, poseen uno. Pregunte a cualquier cristiano lo que él cree, y usted verá que no simplemente recitaran textos de la Biblia, sino que más bien, le ofrecerán un resumen de lo que ven como la enseñanza de la Biblia, enunciando palabras y estructurando oraciones que pueden ser, en un mayor o menor grado, extra-bíblicos. Todos los cristianos tienen creencias (palabras bien estructuradas) que intentan expresar, en renglones cortos, las grandes verdades de la enseñanza bíblica. Nadie debería ver los credos y confesiones como independientes de las Escrituras, ya que estos se formularon en el contexto de una elaborada exégesis bíblica y dependen de la única revelación de Dios, la Biblia.
2.-Ante este hecho, el segundo punto es que algunos cristianos tienen Credos que han sido probados y comprobados por la iglesia a través de los siglos, mientras que los otros tienen Credos que su pastor ha elaborado, o que ellos mismos crearon. Ahora bien, no hay razón necesaria para que este último deba ser inferior al primero, sino que, sobre la base de que no hay necesidad de reinventar la rueda, seguramente no hay ninguna virtud en darle la espalda a las estructuración de las palabras sanas que han hecho un buen trabajo durante cientos de años en la articulación de los aspectos de la fe cristiana y facilitar su transmisión a partir de un lugar a otro y de generación en generación. Si desea, por ejemplo, rechazar el Credo de Nicea (que por supuesto es libre de hacerlo) al menos debe tratar de sustituirlo por una fórmula que haga el trabajo igual de eficaz para muchas personas durante los próximos 1.500 años. Si no puede hacerlo, tal vez la modestia y gratitud, en lugar de iconoclasia, son las respuestas apropiadas al antiguo credo.
3.-En tercer lugar, los credos y las confesiones de la iglesia nos ofrecen puntos de continuidad con la Iglesia del pasado. Como señalé anteriormente, no hay necesidad de reinventar el cristianismo todos los domingos, y en una época como la nuestra, tan anti-histórica y solo orientada hacia el futuro ¿qué mejor movimiento contra-cultural podemos hacer como cristianos para que conscientemente nos identifiquemos con tantos hermanos y hermanas que nos han precedido? Por otra parte, mientras que los protestantes se enorgullecen (con justa razón) en el hecho de que, individualmente, cada creyente tiene el derecho de leer las Escrituras y tiene acceso directo a Dios en Cristo, deberíamos reconocer que el cristianismo es, ante todo, una religión corporativa. El medio que Dios ha usado para operar en la historia ha sido la iglesia, las contribuciones individuales de los cristianos han sido grandes, pero claro, todo palidece con la gran obra de Dios en y a través de la iglesia en su conjunto. Esto es bueno para la teología como para cualquier otra área. Las percepciones de los maestros y teólogos durante siglos han sido profundas, pero no se comparan con la sabiduría corporativa de los piadosos, cuando se reunieron en los grandes concilios y asambleas en la historia de la iglesia.
4.-Esto me lleva a mi cuarto punto: Los credos y las confesiones suelen centrarse en lo que es importante. Los primeros credos, como el de los Apóstoles y el Niceno, son muy breves y lidian con lo que es absolutamente esencial. Sin embargo, esto es cierto incluso de las declaraciones más elaboradas de la fe, como la Confesión Luterana de Augsburgo o la Confesión de Fe de Westminster. De hecho, si nos fijamos en los diferentes puntos doctrinales que estos documentos cubren, es difícil ver qué podríamos dejar fuera sin abandonar algo fundamental e importante. Lejos de ser exhaustivas declaraciones de fe, son resúmenes de lo esencial. Como tales, son particularmente útiles.
Los evangélicos deben amar a los grandes credos y confesiones por todas las razones antes mencionadas. Sin embargo, en última instancia los credos deberían seguirse sólo en la medida en que sean fieles al sentido que tiene la Escritura, sin duda es tonto e irritable que se rechazase una de las principales formas en que la Iglesia ha transmitido cuidadosamente su fe, de edad en edad.
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